Estamos viviendo uno de los momentos más desafiantes de la humanidad. Momento en el que hemos tenido que cambiar cómo vivimos, cómo compramos, cómo abrazamos y hasta cómo comemos. Si bien hemos vivido cambios drásticos, estoy seguro de que nuestra resiliencia humana nos va a llevar adelante para superar cualquier desafío que enfrentaremos en lo que sigue. Hay una corriente de pensamiento que cree que la mejor forma de salir de una crisis es con la economía de la empatía. Esta es la que pone al otro antes que uno, para acelerar acciones que ayudan a que todos enfrentemos esta realidad que vivimos actualmente. Creo que la economía de la empatía no solo ayuda en momentos de crisis, sino que nos puede ayudar a navegar cómo viviremos de acá en adelante.
Digo que la economía de la empatía no es una reacción exclusiva a este momento porque, si miramos los desarrollos sociales de las últimas dos o tres décadas, vemos que la polarización social se está agrandando a pasos agigantados. La polarización es fundamentalmente política, divide a las personas más que unirlas. Esa polarización se refleja en inequidad social, económica y emocional. Si bien no tengo la solución para todos estos problemas fundamentales de nuestra sociedad, creo que en una crisis ocurren revalorizaciones inmediatas de las cosas que nos importan. Son estos momentos de ansiedad por lo que viene, los que nos hacen volver a nuestra empatía innata, la cual es esencial para superar cualquier desafío desde el poder colectivo.
Somos animales de empatía. A través de la historia se ha demostrado que todos los desafíos, enfrentados con empatía, pueden ser superados. Digo esto sin ser un eterno idealista. La economía de la empatía nos puede ayudar a ser realmente más equitativos y menos egoístas. ¿Por qué hay que pensar en hacer buenos actos cuando las cosas están mal solamente? ¿No podríamos pensar en el otro siempre? Si aplicáramos la economía de la empatía a los desafíos del mundo natural, probablemente podríamos reducir los problemas ambientales que enfrentamos globalmente.